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Ángel Garraza
Sábado, 13 de mayo 2023, 23:03
El Mirandés fue de campo y playa a Málaga. A la espera de que llegue el último sábado de mayo para dar carpetazo a una temporada con el reto cumplido antes del final, que es lo fundamental. Con la permanencia asegurada no compareció sobre el césped en el peor partido de los últimos meses. Viajó de vacaciones anticipadas por la Costa del Sol. El prácticamente desahuciado cuadro blanquiazul ganó por 2-0 sin hacer nada del otro mundo. Es un triunfo que le da un hilo de vida al menos hasta el domingo, a la espera de lo que hagan el Huesca y el Racing en sus respectivos compromisos.
«Jugadores, mercenarios», fue uno de los cánticos con los que La Rosaleda ( hubo una notable entrada al contabilizarse 18.000 espectadores) recibió a sus futbolistas. Con pitos, que se reproducían con asiduidad cuando tocaba el balón el mediocentro N´Diaye. Y con pancartas en contra de los dirigentes y de los miembros de su plantilla. Con ese clima de crispación contra el bando local (antes, centenares de malaguistas protagonizaron una movilización en los aledaños del estadio en señal de protesta por parte de las peñas) se inició un duelo en el que el Mirandés entró (y acabó) a medio gas para contrarrestar a un cabizbajo cuadro boquerón, roto, sin moral y donde se da por hecho el descenso a Primera RFEF.
Mucho más relajado que de costumbre se empleó el bloque visitante, lo que propició que en el primer cuarto de hora, Escassi adelantara al Málaga al rematar de cabeza en el segundo palo. Estaba completamente solo. El ambiente en Málaga está tan enrarecido, lógicamente por su situación, que ni siquiera celebraron el tanto.
Chavarría y Villalba la tuvieron después para aumentar la renta ante un conjunto mirandesista que apenas oponía resistencia. No era, desde luego, el equipo jabato de estos últimos meses. Con escasa intensidad, apenas pugnaba en los duelos. Con poca concentración frente a un conjunto blanquiazul que se jugaba el orgullo ante sus hinchas y mantenerse con un hilo de vida al menos hasta hoy.
El choque parecía más una pachanga de solteros contra casados que un partido de competición, de fútbol profesional. Etxeberria anunció modificaciones en el once inicial e introdujo cuatro con respecto a la semana pasada. Navas volvió a ser titular en el centro de la zaga en detrimento de Beñat Prados. Álvaro Sanz, con contrato en vigor la próxima campaña, entró en la sala de máquinas por Gelabert, quien confesó este miércoles a preguntas de este periódico que no había hablado con nadie y que no lo hará hasta que acabe el curso (se rumorea que irá al Toulousse). Intervino durante los últimos veinte minutos por Oriol Rey.
Y en las bandas participaron desde el pitido inicial tanto Jofre como Llabrés, habituales revulsivos en el segundo tiempo, que en esta oportunidad comenzaron el partido en lugar de Pinchi y Roberto López. Esta vez no tuvieron incidencia ni repercusión alguna en el encuentro.
El Mirandés jugaba con dos extremos natos, no con dos carrileros como ha hecho durante gran parte de la Liga, pero en el primer periodo sólo pisó campo rival en una ocasión por mediación de Raúl García. Sin consecuencias. El objetivo prioritario está cumplido antes de tiempo, es lo importante, pero la imagen que estaba dando en tierras andaluzas era extremadamente pobre. Daba la impresión de que la mente está puesta ya en otras cosas, en el futuro más bien de muchos de los integrantes del equipo que abandonarán el Mirandés dentro de varias semanas. Lo de ir a por más e intentar batir el récord de puntuación no iba en serio.
Había que lavar algo la imagen. Roberto López y David Vicente se sumaron al partido tras el descanso para integrar la banda derecha. Pero lo que llegó fue la segunda diana, en este caso de Lago Junior, también al rematar con la testa en el segundo palo. El exrojillo celebró de forma muy efusiva el gol, lo que no ocurrió cuando anotaron el primero.
Nada cambió en este periodo. La imagen que estaba dando el Mirandés no se corresponde con la de un equipo de Segunda División. En los primeros 60 minutos pasó únicamente dos veces de la línea de medios. Pinchi relevó a Llabrés y en el 64, Raúl realizó el primer tiro a puerta.
Sin hacer nada del otro mundo, el Málaga fue muy superior a un Mirandés que no compareció en ningún momento en La Rosaleda, que firmó solamente dos tiros muy desviados en el resto de la segunda mitad.
La presencia de Simón Moreno para jugar el último cuarto de hora en las filas de un desangelado cuadro rojillo y el atisbo de lesión de Álvaro Sanz a falta de siete minutos (volvió después al campo), cuando Etxeberria había introducido ya los cinco cambios, fue lo más relevante de un tramo en el que en los últimos compases tuvo el balón, pero sin generar peligro alguno.
Más bien al contrario, Rubén Castro que entró al final, se encontró con el poste, que evitó el tercero de su equipo. Noche para olvidar por parte del Mirandés, que no empaña su temporada.
Málaga: Yáñez; Delmás, Ramalho,Juande, Escassi (Burgos, m. 69), N´Diaye (Muñoz, m. 46), Febas, Villalba, Cristian (Calvo, m. 89), Lago Junior ( Castro,m. 69) y Chavarría (Jozabed, m. 77).
Mirandés: Herrero, Juanlu, (Vicente, m. 46), Martín (Moreno, m. 77), Navas, Barbu, Salinas, Oriol Rey (Gelabert, m. 68), Álvaro Sanz, Jofre (López, m. 46), Llabrés (Pinchi, m. 62) y Raúl García.
Goles: 1-0, m. 16: Escassi, 2-0, m. 46: Lago Junior.
Árbitro: Caparrós Hernández amonestó con cartulina amarilla a N`Diaye, Barbu y Simón Moreno.
Incidencias: 18.035 espectadores.
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