Un punto como mal menor

El Leganés quiso asumir desde el primer momento el control del encuentro. Lo ejerció, aunque no se acercaba con peligro a los dominios de Herrero, en parte por la buena labor defensiva de los locales, quienes lo fiaban todo a las transiciones, si bien tampoco llegaban con claridad al área rival. La salida de balón no era la adecuada.

No había ocasiones ni siquiera tiros entre los tres palos por ninguno de los dos bloques, que apuestan por tres centrales en su esquema si se tiene en cuenta que los foráneos formaban atrás con los exrojillos Sergio González y Jorge Sáenz y con el gigante Nyom, aunque éste con más libertad porque cuando tenía la pelota el cuadro pepinero se colocaba más como lateral diestro. Cuando se situaba por el eje, bajaba Miramón por ese costado. Otro exmirandesista, Franquesa, jugó por la izquierda.

El caso es que las defensas estaban ganando a los ataques. Se presumía un marcador ajustado y, quizás, un partido largo y el desarrollo del choque se encaminaba hacia ello. La pelota era de los blanquiazules, pero carecían de profundidad. Apenas dos aproximaciones con criterio, una por cada bando, que quedaron abortadas por sendos fueras de juego. Ni una sola oportunidad que reseñar en los primeros 40 minutos. De hecho, el primer saque de esquina de los mirandesistas se contabilizó en el 34.

Nada sucedía sobre el césped. Faltaban ideas, fluidez y precisión en las combinaciones, principalmente por parte de los hombres de Etxeberria, más imprecisos de lo que es habitual en Anduva.

Hasta que en el 41, el visitante Raba se adentró en el área, superó a Herrero y Barbu, en última instancia salvó el gol de los visitantes. En el córner posterior, el capitán de los madrileños Arnaiz chutó por primera vez entre los tres palos para que el meta jabato despejara por encima del larguero.

Flojo primer periodo de un Mirandés que, al menos, pudo aguantar el resultado antes de irse a los vestuarios para recibir las consignas del entrenador. A buen seguro que fueron muchas a tenor de lo visto sobre el verde. Se detectó más miedo a encajar que deseos de marcar.

El primer acercamiento, y único lanzamiento con intención, de los de casa se produjo en el 50. El cancerbero Riesgo rechazó con los pies un tiro de Roberto López. Se mostraban con algo más de determinación que durante la primera parte, pero seguía faltando iniciativa. Al llegar a los dominios de Riesgo a los futbolistas rojillos se les hacía de noche. Sus jugadores más decisivos en el frente de ataque carecían de chispa. A ello contribuyó que el rival cerraba muy bien todos los espacios. Era imposible penetrar.

En un saque de esquina ensayado, Roberto tiró ajustado al poste. Sería su última acción (tenía una cartulina amarilla) porque fue reemplazado por Llabrés, quien se desenvolvió por su mismo lado, el perfil diestro.

Todo apuntaba a que el que primero anotase se llevaba el encuentro porque ni unos ni otros se prodigaban en exceso en la faceta atacante.

Beñat entró por Oriol Rey –que volvía al equipo tras cumplir sanción disciplinaria– a falta de un cuarto de hora para el final. Hombre por hombre, mientras Arnaiz lo intentó para los suyos desde lejos. El Leganés asumió en el tramo final, de nuevo, el control del juego, con Shibasaki y Arnaiz como principales exponentes.

Pero las oportunidades escasearon (al final la tuvo de cabeza el exrojillo Jorge Sáenz) en un duelo en el que ambos se anularon y a los rojillos les faltó chispa, acierto e ideas, aunque como mal menor sumaron un punto.

Mirandés Herrero, Juanlu, Álex Martín, Michelis, Barbu, Salinas; Oriol Rey (Beñat Prados, m. 74), Gelabert; Roberto López (Llabrés, m. 66) Pinchi (Álvaro Sanz, m. 84) y Raúl García.

Leganés: Riesgo; Nyom, Jorge Sáenz, Sergio González, Franquesa, Gaku Shibasaki (Cissé, m. 86), Undabarrena, Raba (Fede Vico, m. 69), Miramón, Arnaiz y Karrikaburu (Narváez, m. 80).

Goles: No hubo.

Árbitro: El catalán Ávalos Barrera amonestó con tarjeta amarilla a los locales Barbu (m. 38) y Roberto López (m. 61) y al visitante Arnaiz (m. 35).

Incidencias: 2.500 espectadores se dieron cita en Anduva.