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Ion Vélez, que fue titular por primera vez esta temporada, forcejea con uno de los tres centrales del Girona.
Una victoria balsámica

Una victoria balsámica

El Mirandés logra de forma merecida el primer triunfo en Anduva de la temporada al marcar Álex Ortiz de cabeza tras el lanzamiento de un córner

ángel garraza

Lunes, 5 de octubre 2015, 07:40

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El conjunto rojillo se deshizo ayer de todos los maleficios que le perseguían ante el Girona. Consiguió, por fin, la primera victoria en casa del campeonato y lo hizo ante un rival que una vez sí y otra también, se le atragantaba tanto al Mirandés como a Carlos Terrazas. Los de Anduva hicieron ayer más méritos que su rival en unos 55 minutos últimos, los diez finales del primer tiempo y los 45 del segundo, en los que fueron mejores que el bloque catalán. Fue un triunfo muy trabajado, con una media hora inicial menos vistosa pero muy laboriosa, de desgaste, de sacar el pico y la pala para, en la reanudación, culminar la faena. Esta vez salió bien.

La novedad en el once fue la inclusión de Ion Vélez, titular por primera vez. Galán se mantuvo en la zaga; por parte del Girona, Aday fue quien se situó como carrilero por la derecha en lugar de Coris. Ambos conjuntos, con sus esquemas habituales, nada comunes en Segunda.

Sin un dominador claro empezó el partido, aunque la primera clara ocasión le correspondió al Mirandés. Álex García botó el segundo saque de esquina del equipo y el balón se fue al palo para evitar lo que hubiera sido un gol olímpico. Ion Vélez no recogió el rechace.

El Girona es un bloque con los automatismos ya muy interiorizado, pero no generaba ocasiones. Los rojillos se mostraban expeditivos y firmes en la zona de contención, aunque tampoco prodigaban las llegadas al área visitante.

Así se desarrollaba un partido anodino, en el que prevalecía la idea de no encajar gol. Ningún jugador quería perder el sitio en un duelo de los llamados tácticos, siempre más feo para el espectador. Mucho derroche y desgaste físico, pero salvo la acción del córner, no se registraba ningún acercamiento más que propiciara inquietud en la defensa del rival.

Las imprecisiones predominaron en este primera media hora, hasta los últimos diez minutos, que es cuando se vio a un Mirandés más decidido en busca del gol. No fue hasta el 35, cuando disfrutó de una inmejorable ocasión; Rúper robó un balón para que Provencio sobresaliente su partido de ayer metiera un fenomenal pase entre líneas a Ion Vélez; salvó a un adversario y abrió a la derecha para la incorporación de Lago Junior, que disparó alto.

En la siguiente jugada, el costamarfileño encaró a Becerra, le dribló pero se escoró demasiado a la derecha para acabar trastabillado y sin opciones. Eran los mejores minutos de los locales que fueron los únicos que en este tiempo merecieron el gol porque del rival no hubo nunca noticias de carácter ofensivo. Una buena señal.

Con Rúper, Provencio y Moreno realizando un trabajo descomunal para desbaratar las incursiones del bloque, ayer, amarillo, el Mirandés solo tuvo un disparo que se marchó muy alto y el saque de esquina reseñado, pero sí que dio la sensación de llevar más peligro que su oponente, que no hizo nada porque no se le dejó en situaciones ofensivas.

La segunda parte comenzó de forma trepidante. Solo en un minuto hubo casi más ocasiones que en todos los primeros 45 minutos. Una para cada bando. Clerc se internó por banda izquierda y Mata, completamente solo, remató de forma muy defectuosa. Y en la acción siguiente, Ion Vélez (empezó algo lento el partido pero se fue entonando) optó por ceder a Lago, a quien taponó un defensa.

El ritmo era mayor y la indignación de la grada aumentó cuando el árbitro entendió que no había habido penalti en una jugada que despejó un zaguero del Girona, posiblemente con la manos. En un barullo en el área, hubo hasta tres intentos por parte del Mirandés.

La ocasión todavía fue mayor cuando Ion cedió a Salinas y éste, con todo a su favor, tiró a las nubes. Son ocasiones, muy claras, que no se pueden fallar si se quiere tener opciones de llevarse los tres puntos.

Machín no lo veía nada claro y se decantó por dar entrada a Felipe Sanchón, sinónimo de peligro contra el Mirandés. Y en el primer balón que tocó, así lo demostró porque desde 30 metros vio adelantado a Raúl y de vaselina, a punto estuvo de anotar; el portero rojillo sacó una prodigiosa mano.

Terrazas quitó a Lago (lo que provocó los pitos de la grada, que no entendía que sustituyera a este jugador) para dar entrada a Abdón, el balear se situó de 9 y Vélez se fue al costado derecho.

Con el paso de los minutos, el duelo se convirtió en un correcalles, sin control. Un mal despeje de la zaga mirandesista provocó que Jairo se quedara completamente solo y de forma incomprensible, en lugar de rematar, cedió al punto de penalti donde no tenía ningún compañero. Hubiera sido injusto porque Kijera (muy buen partido el suyo) remató de cabeza y prácticamente en boca de gol salvó un defensa visitante y, acto seguido, Álex (hizo mucho daño por su costado en esta segunda mitad) se internó, regateó a su par pero se encontró con Becerra, bien colocado.

Tanto buscarlo y en la recta final, llegó el premio; Álex sacó un córner y Ortiz, viniendo desde atrás, cabeceó a la red. Tardó, pero el Mirandés lo mereció. Un triunfo balsámico y muy necesario.

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