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Ángel Garraza
Martes, 28 de febrero 2023, 20:23
Ningún niño se tiene que quedar sin jugar a su deporte favorito. El fútbol. Con independencia de los recursos económicos que tenga su familia. Con esa loable finalidad transcurre hasta junio la segunda edición de la Escuela de Deporte Inclusivo de Castilla y León, que no solo tiene una sede en Miranda, sino que el equipo de la ciudad es el segundo más numeroso de los veinte existentes en la región, solo por detrás de Valladolid. Ha incrementado a 84 los participantes cuando en la primera 'solo' se superaban los sesenta.
Miranda siempre ha apostado por este proyecto, creado por la Fundación Eusebio Sacristán y por la Fundación de la Comunidad, adscrita a las Cortes regionales. El Ayuntamiento de la ciudad colabora con una aportación de 6.000 euros, mientras que la Asociación de Veteranos del Mirandés es la que se encarga de dirigir los entrenamientos en el campo del polideportivo. Son los técnicos y los que realizan una encomiable labor, tal y como se destaca por parte de los impulsores de la iniciativa.
Existen más niños que niñas (solo hay cuatro), un ratio que les gustaría fuese más equilibrado. Llegan a través de los centros de Acción Social, con el fin de garantizar la participación de los más vulnerables, o bien mediante una inscripción libre a través de la página Eusebio Sacristán.
Las familias que más pagan abonan 40 euros al año por todo. Hay algunas, derivadas de CEAS, que aportan menos en base a sus ingresos. ¿El objetivo? Está claro. «Que cualquier niño pueda jugar. Nos dan igual las discapacidades intelectuales, las motrices o una situación sociofamiliar especial porque una vez que llegan aquí, son todos iguales. Es deporte inclusivo, no adaptado», señala el director de la escuela, Juan Carlos Rodríguez, exjugador de Barcelona y Valladolid entre otros.
No existe espíritu competitivo, para eso están los clubes federados. Este proyecto está destinado a los niños de padres que no pueden pagar su presencia en otras entidades formativas.
Una novedad, además, radica en que han estrenado en Miranda cuatro paneles con los que entrenan equipos de Primera División: se trabaja la puntería, el equilibrio, el tiro, la conducción. Los niños, cuando se iluminan, saben lo que tienen que hacer.
Convivencia y valores de jugar niños y niñas
La alcaldesa, Aitana Hernando, destacó en la presentación de la segunda edición de la Escuela de Deporte Inclusivo que «el hecho de que una fundación con la experiencia de la de Eusebio Sacristán se fijara en Miranda ya fue motivo de satisfacción. Entendemos que el deporte en general conlleva una serie de valores, más allá de los puramente competitivos».
Sostiene que «al margen de las capacidades lo que prima es la convivencia, el trabajo en equipo, la inclusión, trabajar niños y niñas juntos... y una serie de valores educativos sociales, humanos y éticos que consideramos muy positivos para la ciudad, por eso colaboramos junto a los veteranos del Mirandés, a los que se lo agradecemos».
El hecho de que en Miranda haya aumentado a 84 el número de niños que participan en esta escuela es considerado muy significativo por la máxima autoridad municipal. «Eso es un dato importante, quiere decir que en la ciudad se practica deporte, les gusta y quieren inculcar los valores educativos del deporte a hijos e hijas. Nos visitan niños al Ayuntamiento y me dicen que les atrae mucho esta iniciativa».
El concejal de Deportes, José María Alonso, explicó que «cuando me lo presentaron, es un proyecto que ya me llegó al alma. Juegan juntos niños y niñas y no hay competición. Hay chavales que no pueden ir a los clubes, primero por lo que se paga allí, que es mucho dinero el que tienen que abonar sus familias».
El edil del área recordó que «el Ayuntamiento colabora y a los niños les gusta porque vienen a entrenar una hora y se quedan dos. Están muy contentos. A nosotros nos encanta, queremos seguir manteniéndolo e incrementar el número de participantes».
Alonso hizo hincapié en que se sienten orgullosos de que sean los veteranos del Mirandés los que lleven la escuela. «Ellos se encargan de todo. Les decimos que juegan los martes de 6 a 8 de la tarde y les dejamos un arcón para guardar los balones. Aportan muchos valores positivos que gente que ha sido profesional del deporte se ponga al servicio de los niños».
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