La afición del Leganés respondió en una jornada para el recuerdo

Que el ambiente sería magnífico se anticipaba ya desde bien temprano cuando un total de dieciséis autobuses salían desde el aparcamiento del campo de Butarque rumbo a tierras castellanoleonesas.

Otros eligieron viajar por sus propios medios, algunos pese a no tener entrada. Se completaba así el mayor desplazamiento en la historia del club, superando incluso el del ascenso a Segunda contra LHospitalet, con motivo jornada histórica que bien merecía hacer el esfuerzo.

Una vez en Miranda, su presencia se hizo notar en la localidad. Los seguidores se dejaron caer por los distintos comercios de la zona y tomaron las calles más céntricas para entonar los primeros cánticos dedicados a los suyos.

Los hubo también que prefirieron ir con antelación a las inmediaciones de Anduva para recibir con una sonora ovación al autobús de la plantilla a su llegada. Este hizo acto de presencia poco después de las siete de la tarde, hora y media antes del arranque del choque.

Con el pitido inicial estalló la fiesta y siguieron desgastándose las gargantas, que no cesaron de animar a lo largo el duelo. La locura máxima llegó con el único tanto del partido, obra de Insua tras cabecear un saque de esquina en los primeros instantes de la segunda mitad.

Tras este apareció el sufrimiento, los gritos ahogados con las contadas ocasiones de los locales y también con los claros acercamientos del Leganés. Destacaron entre ellos un remate de cabeza dentro del área de Gabriel y un duro golpeo desde fuera del área de Timor que obligó al vuelo del meta Raúl.

Al final nada cambió salvo el gol marcado por el Alavés contra el Nàstic, que cerraba definitivamente la gesta y que desató la locura colectiva. Con la conclusión saltaron al verde los hinchas para mezclarse con sus jugadores y celebrar todo un hito para una entidad que hace tan solo dos temporadas regresaba a la categoría de plata.